La Congregación nació en el pueblo valenciano de Benaguacil, concretamente en el Santuario de Ntra. Sra. de Montiel el 11 de mayo de 1885.

Todo comenzó a partir del apostolado que Luis Amigó ejercía con la Tercera Orden Franciscana Seglar, en los pueblos cercanos al convento de la Magdalena, donde él estaba como fraile capuchino.

Hubo un grupo de mujeres inquietas que deseaban un mayor compromiso de entrega a Dios. A ellas se unieron las que custodiaban el Santuario de la Virgen. Y así, aquellas seglares comprometidas ayudarían a Luis Amigó a descubrir que Dios le llamaba a ser el iniciador de una nueva familia religiosa en el seno de la Iglesia.

Para ellas, escribió el Padre Luis Amigó las Constituciones, incluso antes de escuchar su petición.

Nada más nacer, la Congregación recibió su bautismo de sangre, al desatarse en Valencia una epidemia de cólera y fallecer, atendiendo a los enfermos, cuatro hermanas.

El sacrificio, sin embargo, no fue baldío. Como fruto inmediato del mismo se abrió en Masamagrell –el 9 de agosto de 1885- un Asilo para niños, que ampliaba decisivamente la Congregación, la cual pronto se extendió a otros países: Colombia, Venezuela, China, Argentina, Bélgica, Alemania, Guatemala, Suiza, Italia, Zaire (hoy R.D Congo), Filipinas, Guinea Ecuatorial, República de Eslovaquia y Polonia.

La Congregación siguió creciendo y abriéndose camino, intentando responder a los signos de los tiempos: Así, ya en 1905, cinco hermanas partieron para Riohacha – Colombia; en 1927 hacia Venezuela y en 1929 hacia China. Fue así como se fue abriendo el camino misionero de la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas.