El Padre Luis Amigó y Ferrer, fue sin duda un hombre habitado por el Espíritu. Entre los muchos rasgos que así lo demuestran, destacamos algunos:
Luis Amigó fue un capuchino obediente, pero enérgico; un religioso sencillo, viviendo en minoridad y fraternidad; un padre amoroso, como fundador de sus dos congregaciones; un pastor vigilante y entregado como obispo en las diócesis donde fue asignado, hasta el final de sus días.
La Introducción a su Autobiografía, escrita por Mons. Javier Lauzurica, quien fuera su gran amigo, recoge un bello retrato de nuestro Fundador: “El fondo de su ser, la paz; su vestidura, la humildad. Fue su vida correr manso de un río, sin declives pronunciados ni desbordamientos que rebasan el cauce. A su paso florecieron las flores de toda virtud: la caridad, la pobreza, la humildad, la obediencia, la austeridad, el sacrificio… La bondad de su hermosa alma se le irradiaba en la sonrisa, que iluminaba su rostro; sonrisa que ni la muerte pudo borrar. Poseyó, como pocos, el raro don de una vida inalterablemente serena, sin relieves, sin deslumbramientos, callada en la superficie pura de profundo cauce espiritual…”
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.