“Eso fue –escribió- unas tres horas después de que estallaran las primeras bombas en Kyiv.” Se formaron enormes filas afuera de los bancos, farmacias y tiendas, todos tratando de abastecerse de suministros, sin saber qué iba a pasar a continuación, y este hombre, en cambio, oró al pie de la cruz, a la que rodeó con sus brazos.
Este hombre, en el interior de su corazón, habría sentido que nosotros, los hombres somos incapaces de pacificar pues es sólo Dios quien puede traer la paz al mundo actual que está roto (Filipenses 4, 6-7). Solo él es el Príncipe de la Paz.
La paz, algo delicado y frágil.
En cualquiera de los terrenos que se considere, la paz es una realidad delicada y frágil. Los más de 50 conflictos armados que afligen al planeta nos lo confirman. Es posible que la rutina informativa nos haya anestesiado contra ellos y sobre todo, si suceden lejos, ya no nos afecten. Esto ocurre, sobre todo, con los conflictos que sufren los países empobrecidos.
Pero basta que se desencadene un conflicto entre poderosos (como la guerra entre Rusia y Ucrania) para que todo el mundo entre en crisis. Creíamos que el fantasma de la guerra no existía porque estaba lejos, pero llama a nuestras puertas y el desconcierto nos inunda.
Es frágil la paz entre los humanos. Incluso a nivel personal es también así. La paz huye fácilmente de la casa del corazón. Por eso insistía tercamente Francisco de Asís dirigiéndose a sus hermanos: “Que la paz que anunciáis de palabra, la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones” (TC 58).
La paz, en el núcleo central de la espiritualidad franciscana.
El tema de la paz ha pasado a ocupar un puesto central en el núcleo de la espiritualidad franciscana, junto con la pobreza, la minoridad, la fraternidad o la alegría. De esta manera, la paz adquiere rango espiritual de primer orden: no es solamente una virtud humana, sino el camino para el logro cristiano, para la “salvación”.
«En toda predicación que hacía, antes de proponer la palabra de Dios a los presentes, les deseaba la paz, diciéndoles: “El Señor os dé la paz”. Anunciaba devotísimamente y siempre esta paz a hombres y mujeres, a los que encontraba y a quienes le buscaban.» (1Cel 23).
La comprometida oración por la paz.
El don de la paz no es una dádiva graciosa que se ha de lograr sin el compromiso, verdadero trabajo espiritual, del creyente. Orar por la paz es comprometerse en los trabajos por la paz. Efectivamente, la oración constante por la paz supone un acercamiento a los conflictos humanos y a la postre, una indudable implicación. La oración constante tiene la virtualidad de comprometer a los orantes que perciben que una oración sin compromiso es una oración sin raíces.
Celebración del Espíritu de Asís el 27 de octubre 2022
Orar por la paz es elegir el bien y trabajar por la paz sobre todo en estos momentos del año 2022 tan confusos y terribles donde la palabra guerra resuena en cada esquina.
Se acerca la fecha de la celebración del Espíritu de Asís, el 27 de octubre, bajo el lema:
¿qué es el espíritu de asís?
- Un soplo del Espíritu Santo para lograr armonía y paz en el mundo, inspirado en el Hermano Francisco.
- Una propuesta para recorrer caminos de encuentro, de diálogo y amistad, con cristianos de diversas denominaciones y con todos los creyentes en Dios.
- Tiene su inicio el 27 de octubre de 1986. El Papa, S. Juan Pablo II hizo realidad un gran sueño, invitando a los representantes de las diversas religiones del mundo a Asís, para que se elevase a Dios, en diversas lenguas, un solo canto de paz.
- La invitación fue aceptada por 70 representantes de éstas, quienes compartieron juntos la esperanza de construir un mundo mejor, profundamente renovado y mucho más humano.
- La familia franciscana ha seguido celebrando este día con la convicción de que el mundo, la sociedad, la familia está necesitada de paz.
- Se celebra todos los años el día 27 de octubre. Es una fiesta para la familia franciscana. En todos los conventos franciscanos, junto a la OFS se celebra una jornada de oración por la Paz en el mundo.
Nosotras, las hermanas Terciarias Capuchinas, nos unimos a este espíritu de Asís e invitamos a unirse con toda la familia franciscana a orar por el don de la Paz.