Pedro le seguía de lejos… De lejos, no vaya a ser que le relacionen con El. No vaya a ser que alguien piense que él es de los suyos.
Toma distancia y, aunque no quiere por nada del mundo perderse este momento, no, no quiere acercarse demasiado, no vaya a ser que se implique, no vaya a ser que se le parta el corazón, no, eso no puede ser.
Mejor de lejos, donde quede a salvo su persona, su yo, donde sus proyectos no se vean truncados. Sí, mejor así, de lejos, no vaya a ser que le mire, con esa mirada suya que va más allá, con esa mirada serena, pero penetrante, con esa mirada firme y llena de verdad. Imposible acercarse más, no vaya a ser que le descubra débil y tenga que oírse de su boca que una y otra vez le fallará.
Claro, mejor de lejos, como también yo, como quizás también tú lo hagas. Tal vez le sigues, sí, en los momentos de luz, de bienestar, no en los de oscuridad y dolor. Mejor de lejos, no vaya a ser que, como a aquella mujer, la del pozo, se sienta a tu lado y te pida de beber y te tengas que preguntar si acaso te queda algo de agua. Mejor de lejos, no vaya a ser que, como al propio Pedro, te invite a pescar donde tú, ya te lo sabes de sobra que no puede haber peces, que ya lo has intentado, que ya has probado y que no hay nada que hacer. No vaya a ser que te mire y te ofrezca un plan que a ti no te interesa, no vaya a ser que te indique dónde está eso que simplemente buscas… la felicidad. Sí, no vaya a ser.
Juani Murcia, TC